domingo, 30 de diciembre de 2012

Cuando son los rojos los que privatizan

Hace unos días, una tubería matriz de Sedapal se rompió a las 2:00 am en Villa María del Triunfo. No vino nadie a ayudar a los desesperados vecinos y comerciantes hasta las 7:00 am. Cinco horas después y luego de miles de metros cúbicos de agua derramada, 300 familias pobres habían perdido todos sus bienes. Mercadería de pequeños comercios, menaje de casas en primer piso. Hasta algún auto terminó tapado de agua, así como el colegio público de la zona. Tres casas se perdieron por completo.
La emergencia reveló que Sedapal, empresa pública que en teoría atiende a 9 millones de habitantes, no tenía un sistema de atención rápida de emergencias ni bombas suficientes o de gran tamaño. Además su infraestructura es muy antigua y no recibe el mantenimiento adecuado. Felizmente sí tenía una póliza de seguro que cubrirá todos los daños pero, como es evidente, la prima del próximo año subirá, socializando así la pérdida que tendremos que pagar todos los usuarios. Tres días después del incidente el asunto estaba olvidado. Ninguna autoridad, funcionario, técnico, supervisor u obrero de Sedapal renunció o se le pidió renuncia alguna. El accidente se atribuyó a la antigüedad de la red y a la zona arenosa donde se encuentra la tubería. Todos felices, todos contentos.
La Municipalidad de Lima concesionó a privados un proyecto que en tiempos de Castañeda y en el mayor secretismo se llamó Línea Amarilla. Con la gestión Villarán se renegoció para mejorar sustancialmente las condiciones de los predios afectados así como otros beneficios a favor de la ciudad. Vía Parque Rímac es una obra muy importante para el transporte que puede llevar un camión de La Molina al Callao en 20 minutos, uniendo 11 distritos.
Esta última semana la obra tuvo un serio problema. Una pared colapso y el río se desbordó. El gerente del proyecto y la alcaldesa anunciaron que estaba previsto este evento. Hasta hoy no queda muy claro si esto era previsible o no. Lo cierto es que no hay casas destruidas, ni comercios o familias afectadas. Pero lo mejor es que los daños los asume el concesionario, porque –al privatizarse una actividad– el riesgo del negocio se traslada al empresario y el Estado no asume la pérdida. ¿Todos felices? No, de ninguna manera.
Compare usted el tratamiento político dado a los dos casos separados tan solo por días. Yo apoyo el retiro del Estado de actividades empresariales, sobre todo las de mayor riesgo. Sin embargo, directores de medios, que siempre han sostenido la misma causa, hoy son los primeros en minimizar el caso de incompetencia clamorosa de Sedapal y simultáneamente emprenderla contra la alcaldesa, próxima a enfrentar un proceso de revocatoria. ¿Lo ancho para la empresa pública y lo angosto para la obra privatizada? La inconsistencia ideológica solo puede ser explicada por la sinrazón de la política. Si fujimoristas y apristas privatizan, es bueno. Si la izquierda lo hace, es malo.
En marzo del próximo año no solo se define la permanencia de Villarán en el puesto. ¿Quién será consistente políticamente con sus ideas económicas? Y, como dijo Lourdes Flores en las elecciones del 2010, ¿quién se pondrá del lado de la decencia y quién del lado de la corrupción?
El 2013 traerá muchas cosas buenas para el Perú, estoy segura de que sí. Ojalá también mejore la calidad de nuestra política. Mientras tanto, tengamos todos ¡un feliz año!

Por: Rosa María Palacios
Diario La República

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